-Por eso... siempre cargo con esto...- Dijo él con su acostumbrada sonrisa tenue. Abrió su mochila disimuladamente para mostrarle el interior.
Ella asomó la mirada. Se sobresaltó ligeramente. Era casi increíble que llevara consigo ese artefacto; o más bien, que ella se encontrara tan cerca de un arma, probablemente cargada, cuyo dominio le pertenecía a él.
Lo miró con serenidad y sin rastro de temor. Él ya esperaba sus ojos sobre los suyos, como si aguardara con interés la reacción que aquello causaría. Seguramente habrán pasado muchas cosas por su cabeza; debía saber que al confiarle a ella dichas circunstancias él corría ciertos riesgos.
-Órale- exclamó ella. -¿Es real?- una risilla un tanto incrédula se le escapó.
La sonrisa chueca de él manifestó un estado más relajado.
- Sí. Mira ¿Quieres ver? Agárrala- dijo con su común actitud aventurada.
-Hmm, no no... ¿Por eso siempre quieres que vayamos a lugares tranquilos como este? ¿Dónde no puedan encontrarte?
- ¡Ja! Jamaaás. Yo no me escondo de nadie.
- Aaa, bueno...
Para entonces ella adoptó una certera decisión: el secreto revelado no la angustiaría. Lo supo aún antes, cuando vio el arma y después a él. Nada de lo que pasaba le preocupó. No tuvo miedo, confió en él. Se creyó merecedora de pasar por un hecho tan emocionante y novedoso; se supo capaz de afrontarlo. Y por su mente atravesó la inquietante idea de que su relación estaría destinada al riesgo y al drama...
Saraí
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