Se miraron fijamente. Ella habló con seguridad:
-Necesito que me digas para qué me quieres...¿Quizá saciar tu sed física?¿Sólo sexo casual?
Él la miró contrariado, serio, indeciso.
-¡Dime! ¡Dime de una vez por todas y no te juzgaré!- Dijo un tanto alterada.
Sus miradas se cruzaron turbadas. Ella cambió su tono de voz por algo honestamente suave:
- Dime, necesito saberlo de verdad.
Él lo comprendió e hizo una de las más nobles hazañas que jamás había hecho por ella, fue honesto:
- Sí... sólo eso...-
Le dijo mirándola con seriedad, para después agachar sus ojos con un poco de culpa.
La chica también entendió. Sabía que una respuesta como esa era muy probable y lo asumió, aunque con la esperanza de que él dijera lo contrario.
Lo miró. Ella estaba triste, pero también agradecida por la acción de ese sujeto que por un momento habló auténticamente. Luego, ella sonrió con ironía y, de la misma forma, lo besó. Fue breve, tierno e impactante, sobre todo porque la chica nunca había sido la de la iniciativa.
Sin más, se levantó de la banca y se fue.
Él seguía sorprendido, confundido. Pero entre ese embrollo se vislumbraron sus verdaderos sentimientos, los que no afloraron antes, o los que tal vez quiso aplacar inconscientemente.
Sin embargo, ya era demasiado tarde, y ella había desaparecido en ese lapso de aturdimiento y de luz simultáneos.
la sinceridad
ResponderEliminarvale
la pena
Si, eso creo, una vez leí una frase que era algo como "La verdad puede causar dolor, pero será un dolor sano", algo así ;P Gracias por pasar, leer y comentar! saludos!
EliminarAl menos le fue sincero, la sinceridad es algo muy valioso :/
ResponderEliminarVaya que lo es! la verdad libera. Saludos! :)
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