sábado, 31 de agosto de 2013

Dos puntos

Tú Sur y yo Norte. 
Dos carreteras distintas. 
Dos líneas paralelas que jamás se tocan. 
Dos rumbos diferentes que no se unen en el mapa.

¿Qué probabilidad hay de encontrarnos?
Prácticamente nula.

Pero a veces se pueden rehacer caminos, 
trazar una línea que, sin más, atente y rompa con todo lo que está en medio, 
entre tu punto y el mío.
Sólo a veces.



Parece que ni en las Matemáticas, ni en la Geografía, estamos destinados a encontrarnos. Pero ¿Qué me dices de esa ciencia que todos inventamos alguna vez? Digo, ya antes nuestras vidas se cruzaron.


(Imagino una máquina enorme destruyendo casas, calles, parques, edificios, cual barredora que sin detenerse quita la nieve del sendero. Pero ese es precisamente el riesgo y el precio: la destrucción).


Saraí

viernes, 30 de agosto de 2013

Irónico. Irónico que te manden flores hasta tu casa, que imagines que fueron enviadas por una persona significativa en tu pasado, y que resulte algo diferente.

Una emoción momentánea, una esperanza que creías nula, un vestigio de algo que sentiste con fuerza; fue interrumpido al abrir la tarjeta y no encontrar el nombre que visualizaste en un flashazo.

Irónico!

Pero bien, ellas no tienen la culpa, siguen siendo bellas y bien intencionadas, lo único que cambia es el remitente y los sentimientos que no se manifiestan hacia él, aunque sepas que sería lo mejor.

viernes, 9 de agosto de 2013

Once

11 de febrero es el día en que nací.

11 es el número de meses que tiene un año...menos uno, ja!

11 minutos es el nombre de un libro que pretendo leer algún día.

11 años es la edad en la que viajé por primera vez  sin mi familia.

11 TV México es el canal que desde mi punto de vista salva la programación de mi televisión sin cable.

11:11 es la hora en la que, según supersticiones, si pides un deseo se cumplirá.

En fin, el 11 es un buen número, suena lindo.

Y 11, son los seguidores que tiene mi blog y que agradezco enormemente, porque ¿Saben? aunque ni siquiera los conozca en persona, son ellos los que me hacen ver que lo que digo llega a otras mentes y a otros espíritus, y eso es genial.

Gracias compañeros bloggers! ;) Siempre serán bienvenidos.

jueves, 8 de agosto de 2013

Y después te das cuenta de que esos momentos se alejan cada vez más. Va desapareciendo esa nube de polvo que limitó tu visión. Te das cuenta de que eso no era -ni es- tan importante como creías, y, de hecho, se vuelve neutro y casi invisible. Las canciones de amor ya no te afectan ni te personificas en ellas, decides ya no hablar más del tema, porque, en realidad, deja de existir ese impulso de hacerlo.
Comienzas a curarte.

miércoles, 7 de agosto de 2013


"El primer deber del escritor, nos dice, estriba en su fidelidad al lenguaje. El escritor es un hombre que no tiene más instrumento que las palabras. A diferencia de los útiles del artesano, del pintor y del músico, las palabras están henchidas de significaciones ambiguas y hasta contrarias. Usarlas quiere decir esclarecerlas, purificarlas, hacerlas de verdad instrumentos de nuestro pensar y no máscaras o aproximaciones."

Octavio Paz
El Laberinto de la Soledad.

martes, 6 de agosto de 2013

Se miraron...

Se miraron fijamente. Ella habló con seguridad:
-Necesito que me digas para qué me quieres...¿Quizá saciar tu sed física?¿Sólo sexo casual?
Él la miró contrariado, serio, indeciso.
-¡Dime! ¡Dime de una vez por todas y no te juzgaré!- Dijo un tanto alterada.
Sus miradas se cruzaron turbadas. Ella cambió su tono de voz por algo honestamente suave:
- Dime, necesito saberlo de verdad.
Él lo comprendió e hizo una de las más nobles hazañas que jamás había hecho por ella, fue honesto:
- Sí... sólo eso...-
Le dijo mirándola con seriedad, para después agachar sus ojos con un poco de culpa.
La chica también entendió. Sabía que una respuesta como esa era muy probable y lo asumió, aunque con la esperanza de que él dijera lo contrario.
Lo miró. Ella estaba triste, pero también agradecida por la acción de ese sujeto que por un momento habló auténticamente. Luego, ella sonrió con ironía y, de la misma forma, lo besó. Fue breve, tierno e impactante, sobre todo porque la chica nunca había sido la de la iniciativa.
Sin más, se levantó de la banca y se fue.
Él seguía sorprendido, confundido. Pero entre ese embrollo se vislumbraron sus verdaderos sentimientos, los que no afloraron antes, o los que tal vez quiso aplacar inconscientemente.
Sin embargo, ya era demasiado tarde, y ella había desaparecido en ese lapso de aturdimiento y de luz simultáneos.