Dos carreteras distintas.
Dos líneas paralelas que jamás se tocan.
Dos rumbos diferentes que no se unen en el mapa.
¿Qué probabilidad hay de encontrarnos?
Prácticamente nula.
Pero a veces se pueden rehacer caminos,
trazar una línea que, sin más, atente y rompa con todo lo que está en medio,
entre tu punto y el mío.
Sólo a veces.
Parece que ni en las Matemáticas, ni en la Geografía, estamos destinados a encontrarnos. Pero ¿Qué me dices de esa ciencia que todos inventamos alguna vez? Digo, ya antes nuestras vidas se cruzaron.
(Imagino una máquina enorme destruyendo casas, calles, parques, edificios, cual barredora que sin detenerse quita la nieve del sendero. Pero ese es precisamente el riesgo y el precio: la destrucción).
Saraí