miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una de tantas sinceridades

Quisiera ser tan valiente para mostrarte mi cariño como te mereces. Perdón, cuando estoy contigo nunca se hasta que punto debo llegar, si puedo tomarte la mano, hablar de tal o cual forma, hablar de tal o cual cosa.
Quisiera estar a tu lado, abrazarte, que me abraces, solo eso. Pero la inseguridad y el miedo me detienen. Dirás ¿miedo de que? ... Pues son cosas que yo me veo en la necesidad de resolver sola, aunque por dentro deseé que alguien esté conmigo. Lo necesito, pero no lo admito. A veces tengo tantas cosas que decirte, pero que no digo.
Ya empiezo a cansarme de esto. Veo a las parejas en la calle, libres, caminando despreocupadas, y las envidio. No creo merecer esto, y tampoco quiero que pienses que yo te culpo a ti, pero es horrible no poder hacer nada como la mayoría lo haría, con libertad.
No me gusta ocultarnos ni que me ocultes. Quiero estar contigo, creéme, pero a veces sufro por esto y debo pensar en mi, aunque te quiera tanto. A veces me siento tan cobarde e insegura que pienso que lo mejor sería distanciarme, porque este lado horrendo de mi no es el que quiero regalarte; y he de reconocer tu capacidad para aguantarme y aun así tratar de tranquilizarme con risas y bromas.Admiro tu serenidad.
A veces me pregunto a qué estamos jugando ¿De verdad nos queremos tanto? El asunto es que desde el inicio ambos nos paralizamos.
Hace poco alguien me dijo algo que me pareció acertado: hay piezas que embonan, pero cuando hay algo que impide que embonen y que sigue impidiéndolo, las piezas terminan por cansarse.


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